Bremen, café y paseo en barco

 Hoy día llovió nuevamente, esta vez, una lluvia fina que a ratos nos mojaba harto.


En la mañana fuimos a Azul Kaffe GmbH & Co, una tostaduría de café en la que vimos parte del proceso del tostado del grano hasta dejarlo listo para su venta.

                                  



Vestidos para visitar la planta, con cofias y delantales para evitar cualquier tipo de contaminación en el proceso, comenzamos nuestra visita. Lo primero que nos llamó la atención es el nombre, Azul, que es en español, lo que se debe a que el fundador de la compañía, Walter Fritz Wolters, (quien se enamoró de una costarricense) tuvo en cuenta el color azulado y brillante de los granos de café crudos de Costa Rica.








En una pequeña charla que nos dieron al inicio del recorrido, nos contaron que la historia de Bremen se asocia al café como ninguna otra en Alemania. De hecho, en 1673 se inauguró en esta ciudad la primera cafetería del país.

 




El grano de café en verde es importado de lugares tan diferentes como Perú, Brasil, Costa Rica, Etiopía o Kenia. Para comenzar el proceso, lo primero es haber secado los granos que tienen una humedad cercana al 12%. Luego viene el dorado, en que el grano no solo cambiará de color, producto de reacciones químicas, sino que además se expandirá. La siguiente etapa es el tostado, en la que se definen los aromas y sabor del café, por lo que el grado de tostado y el tiempo son fundamentales. Por esa razón, el control de la temperatura y tiempo deben ser muy exactos para obtener un producto deseado y de calidad. Es por eso que, además de una persona que está controlando el proceso, un computador verifica que todo esté según lo estipulado. Finalmente, se procede a enfriar los granos y hacer los controles de calidad correspondientes, no sin antes pasar por una etapa en la que se elimina cualquier elemento no deseado, como piedras, basura, etc., que pudieran haber quedado entre los granos.















Antes de envasar el café se debe pesar ya que, como dato curioso, supimos que la empresa debe pagar 2,9 euros de impuesto por cada kilo de grano tostado. ¡He ahí el precio de un buen café!

Cuando salimos de la planta, que en realidad es una muy pequeña, con capacidad de tostado de 60 Kg solamente, (la de la planta principal tiene capacidad para 600 kilos y produce 80 toneladas diarias), fuimos a catar café. Nos dieron a probar diferentes muestras y tratamos de descubrir sus características. ¡Cabe destacar que Isabela y Florencia Espinoza estuvieron muy bien en sus comentarios!




Finalmente, nos despidieron, dejándonos en la tienda donde, por supuesto, algunos compramos algunos paquetes de café para llevar a Chile. ¡Estamos seguros de que o van a disfrutar!

  



En la tarde, nuevamente nos subimos a un barco a recorrer el río, esta vez, el Weser. Desgraciadamente, estos paseos en barco no están muy bien organizados de parte de las empresas, ya que uno se sube, la embarcación parte y ponen una grabación en alemán. Para quienes no lo entienden, o lo entienden poco, no hay posibilidad de asimilar lo que se va viendo a medida que el barco avanza. E incluso para los mismos alemanes, la grabación se vuelve monótona y se pierde el interés. Al final, todos conversan entre sí, y nadie pone atención a lo que hay alrededor. O al menos, esa fue nuestra impresión.

Después de una caminata por el centro, y las últimas compras en Bremen, llegamos al hotel para comer y subir a arreglar las maletas. Mañana, debemos entregar las piezas temprano. Dejaremos guardadas nuestras maletas mientras vamos al “Übersee-Museum” o Museo de Ultramar. Cuando terminemos, retiramos nuestro equipaje y partimos rumbo a Hamburgo.

 Según el reporte del clima, lloverá algo en Bremen y Hamburgo mañana…

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