Conociendo Bremen
Hoy, fue el día para conocer Bremen. A las 10:30 de la mañana partimos caminando rumbo al centro de la ciudad y mientras llegábamos nos íbamos sorprendiendo por su arquitectura, paisajes y calles. Sin lugar a duda, ¡Bremen es una ciudad muy bonita!
Comencemos con la plaza, o Marktplatz, una gran explanada,
con suelo de adoquines, en la que originalmente se producía el intercambio de mercancías,
ya que en el año 965 Bremen obtiene la autorización para comerciar y con ellos,
un gran repunte a su naciente economía.
En la misma plaza se encuentra la estatua de Roland, símbolo
de la independencia de la ciudad. La estatua quedó intacta a pesar de que
Bremen fue bombardeada más de 170 veces durante la segunda Guerra Mundial. Para
protegerla, se construyó a su alrededor una estructura de ladrillo que se
rellenó con arena.
A un costado de Roland, se encuentra el “Ayuntamiento”, un
grandioso edificio al que pudimos acceder para ver un gran salón de la Edad
Media. En su subterráneo, funciona una bodega de vinos, sólo de origen alemán, que
es la más antigua de Alemania y que guarda, además, el barril de vino más
antiguo del país. Al igual que con Roland, el Ayuntamiento fue amurallado para
protegerlo de los bombardeos, terminando sólo con daños menores después de acabada
la guerra en 1945.
Al frente Roland se encuentra la Catedral de San
Pedro, hoy iglesia luterana, después de haber sido católica y luego calvinista.
Imposible describir sus detalles e historia, pero nosotros, afortunados,
tuvimos la posibilidad de conocer un poco más de ella, junto a nuestra guía
Hanna. Cabe decir, que la Catedral tampoco sufrió daños durante la guerra por
lo que, lo que se ve hoy día, es en parte, la estructura original, que tiene
más de 1200 años, eso sí, con algunas reconstrucciones por diferentes razones.
Por supuesto que también visitamos la escultura dedicada a
los músicos de Bremen quienes, a pesar del intento, nunca llegaron a la ciudad.
¡Hicimos rebuznar al burro, maullar al gato, ladrar al perro y cantar al gallo!
¿Cómo, se preguntarán ustedes? Bueno, en el mismo Marketzplatz, hay una especie
de rejilla en el suelo. Si uno deposita algunas monedas, alguno de los músicos lo
agradecerá, como mejor sabe hacerlo. El dinero recaudado, que pueden ser varios
miles de euros en el año, se destina a labores sociales.
Bremen resultó ser una ciudad maravillosa, entretenida, llena de vida y de turistas. Los rincones a la vuelta de cada esquina del centro hacen necesario dedicarle muchas horas de caminata lenta, con atención a los detalles y, ojalá en la compañía de un buen guía que pueda desentrañar el significado de todo los que se va descubriendo en el camino.
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