Recorriendo Berlín

 

Hoy, fue un día de recorrer Berlín y conocer, ahora in situ, lo aprendido en clases de alemán e historia.

Nuestro recorrido comenzó en East Side Gallery, un espacio al aire libre en el que se mantienen aproximadamente un kilómetro y medio del Muro de Berlín. Juanma, nuestro guía español, nos fue contando las historias, tanto del barrio en el que está emplazada esta galería, como aspectos relacionados con el Muro: su origen, estructura, y la vida alrededor de él durante el período en el que dividía Berlín en dos partes,  y también en la actualidad.  Los murales, que miran hacia lo que era la RDA, fueron pintados por artistas de diferentes lugares del mundo al término de la Guerra Fría.  

 





















Justo al inicio de la Galería, está el puente Oberbaum, Oberbaumbrücke, del que algo habíamos hablado hace unos días atrás. En el mismo contexto del Muro de Berlín, Oberbaumbrücke se transformó en la frontera entre Berlín del Este y Oeste.

Desde ahí tomamos el Metro y nos dirigimos hacia la Isla de los Museos en donde pudimos ver, desgraciadamente solo desde el exterior, los museos, cuya variedad de exposiciones demanda varios días para conocer.

 


Nos detuvimos frente al “Altes Museum”, el “Museo Antiguo”, un edificio enorme, con columnas imponentes, ubicados en Lustgarten, un parque que, originalmente, era parte del Palacio Real y que ha sido, históricamente, utilizado para desfiles y reuniones políticas. Era el lugar preferido por Hitler para sus discursos y fue ahí donde se instaló la llama olímpica para las Olimpiadas de Berlín en 1936.  

 





Muy cerca de la Isla de los Museos, se encuentran otros edificios que tuvieron, y tienen hoy día, una gran importancia histórica y cultural, puesto que ese sector fue concebido como un área residencial dedicada al “arte y la ciencia”. Al igual que los museos, muchos de ellos sufrieron grandes daños durante la guerra, o simplemente fueron destruidos en su totalidad. Por esa razón la mayoría están en proceso de reconstrucción y/o reparación. Entre ellos se encuentran la Catedral de Berlín, construida pretendiendo que este templo protestante pudiera contrarrestar, de alguna manera, a la Basílica de San Pedro en El Vaticano. También vimos el Palacio Real, residencia de los reyes prusianos, que fue dañado por los bombardeos de 1945, por lo que fue demolido completamente. Luego de la reunificación alemana, se volvió a construir, siendo inaugurado nuevamente, en el año 2020.

 










Así, de a poco, y con el entretenido relato de nuestro guía, fuimos conociendo lugares y monumentos, todos llenos de historia que, sin duda serán difíciles de olvidar. Uno que llamó la atención de los alumnos fue el “Monumento a la Madre”, emplazado en lo que antiguamente fue el “Edificio de la Guardia”, una caseta de vigilancia del Palacio Real. Una vez que el Palacio fue destruido, ya no tenía sentido contar con una estación de vigilancia y, después de haber sido utilizado como un espacio para recordar a las víctimas del fascismo, en la época de la RDA, terminó siendo un reconocimiento a las víctimas de la guerra y la dictadura. Se trata de la escultura de una madre con su hijo muerto, ubicada dentro del edificio cuyo techo está abierto, expuesto a la intemperie, justo encima de la obra. Se refleja así la vulnerabilidad frente a los hechos que se pretende rememorar. Su autora, Käthe Kollwitz, había perdido a su abuelo, padre e hijo en la Primera y Segunda Guerra Mundial.

 


Abandonamos esa zona del centro de Berlín y tomamos el Metro rumbo a otro lugar de gran importancia histórica, Check Point Charlie, el más famoso de los puntos fronterizos del Muro de Berlín. Nuevamente, el guía nos contó historias entretenidas, especialmente aquella en que el mundo estuvo, quizás más expuesto que nunca, a un conflicto nuclear en plena Guerra Fría. La cordura de los presidentes de EE. UU. y la Unión Soviética, finalmente primó, y el problema de los tanques se resolvió diplomáticamente.

 






Seguimos nuestro recorrido hacia la puerta de Brandemburgo, eso sí, con dos importantes detenciones antes. La primera, fue en lo que hoy es el estacionamiento de unos edificios, pero que, en el año 1945, era el lugar en el que se encontraba nada menos que el “Bunker” en el que, luego de casarse con Eva Braun, Hitler se suicidó. Los alumnos escucharon atentamente el relato de los días previos a estos hechos y, un poco sorprendidos por lo “insignificante” que se ve el lugar actualmente, seguimos nuestro camino hacia el “Memorial del Holocausto”.

 


Este lugar, no importa cuántas veces uno lo visite, siempre es impactante. Ubicado a la intemperie, en casi 20.000 metros cuadrados, se ubican 2711 bloques de hormigón, ninguno igual al otro. Su estructura, ubicación en un suelo ondulado, organización, en líneas paralelas y separados entre ellos a una distancia que sólo permite a una persona a la vez, hacen que la experiencia de atravesarlo de un extremo a otro sea una experiencia que genera confusión, incomodidad. Sin embargo, los sentimientos siempre son personales y, por lo tanto, puede que a otras personas les provoque algo completamente diferente y, justamente, eso es parte de lo que se pretendía con la construcción del Memorial.


En lo personal, los bloques altos me provocan sensación de pequeñez, que en un momento se alivia cuando van disminuyendo de tamaño, al ir saliendo del Memorial. Por otra parte, el espacio se siente incómodo, ya que no se sabe si hay alguien más cerca de uno, porque los bloques no dejan ver. El piso es ondulado, sube y baja, lo que da una sensación extraña al caminar…  Nuestro guía lo relacionaba con los buenos y malos tiempos.

 







Definitivamente, es un lugar del que nadie sale sin haber experimentado sensaciones y emociones muy personales y quizás, difíciles de expresar.

 


Finalmente, llegamos a la “Puerta de Brandemburgo”, o Brandenburger Tor. Nuevamente escuchamos sobre su origen, puerta de acceso a la ciudad en los años 1700, y los sucesos más importantes a lo largo de su historia, entendiendo entonces, la razón por la cual Berlín, y quizás Alemania completa, se identifica con este lugar, siendo su imagen, la postal más conocida de este país.

 


Fue aquí donde despedimos a Juanma, el Guía, agradeciendo su trabajo, que resultó muy entretenido para nosotros. El resto de la tarde fue libre para los alumnos, quienes, en grupos, se dedicaron a recorrer el centro de la ciudad. Desgraciadamente para ellos, por ser domingo, las tiendas y Mall estaban cerrados.  Comimos a las 19:00 en el hotel y, al terminar, hicimos una evaluación de nuestra primera semana de Gira de Estudios. Los niños manifestaron estar contentos con lo que han hecho y compartido con sus compañeros, eso sí, hay algunos que extrañan a sus familias.  

 Ahora estamos lavando ropa y arreglando maletas ya que mañana partimos a Bremen, no sin antes haber visitado el Museo del espionaje.

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